miércoles, 27 de agosto de 2014

Julio ardiente. Poeta popular "Oscar Soto Vidal", celebración del natalicio de Pablo Neruda, Día de la Poesía e inauguración de la Biblioteca Comunitaria "Chillka Trawün".





Otro Julio, un nuevo Encuentro Azul

El 12 de julio se conmemora el natalicio del poeta Pablo Neruda. Debido a ello vestimos de fiesta el Kallfu Trawün. Por un lado porque recordamos al gran poeta y además lo hacemos en el día de su cumpleaños, en clara rebeldía contra la tradición de fechar las muertas, en militancia decidida por celebrar la vida. ¡Y qué mejor que festejar la maravilla con poesía!
“Quiero saludar y brindar
en una copa de alerce.
Por este “Pablo” que un día
decidió tejer en su cuerpo,
la pintura que tiñen
los copihues y el sonido
que provocan las avellanas
cuando caen al suelo. “     Dice el poeta, compatriota de Don Pablo, fruto de la misma tierra chilena, al sur, tierra de mapuches, de luchadores.
“A este “Pablo” militante
de la vida,
que se atrincheró en una bandera
para resistir
la barbarie imperialista.” Continúa “este Oscar”, Oscar Soto Vidal, poeta, militante, constructor, que con sus manos levanta, ladrillo a ladrillo casas, palabra a palabra versos, poemas comprometidos con el amor, la vida, la belleza, los dolores de la sociedad, las utopías. Compromiso que se manifiesta desde los cimientos hasta el remate.
Oscar nació en la ciudad de Osorno. Su contacto con la literatura y la música estuvo ligado a la experiencia política. Junto a su abuelo, herrero de oficio, de pequeño llegó a la Sede del Partido Comunista. Allí entró en contacto con los libros, ausentes en su casa. Por eso en su obra se imbrican el lirismo con el compromiso social, sin caer en el panfleto. Denuncia, pero sostenido por el vuelo del lenguaje poético:                                           


                                        Niños Rurales


                            Niños con cerrojos
                            y candados en la boca.
                            Niños de manos en los bolsillos
                            y migajas de pan vertidos por el agujero del pantalón.
                               Niños en la calle del silencio.
                               Niños. Niños negros.
                               Sólo negros. O niños indígenas.
                                Niños que nunca serán niños.

A pesar de las mordazas y terrores que impuso el dictador Pinochet, soportó sobrevivir algunos años en su tierra después de la muerte de Allende y la caída de su proyecto. Cuando su estadía en Chile se hizo insostenible, llegó a Mendoza exiliado. Corría el año 1984.  Venía de paso hacia tierras más lejanas, sin embargo se enamoró y quedó ligado a nuestra provincia. Aquí están sus tres hijas y sus nietos.
En estas comarcas continuó su desarrollo como poeta, con el apoyo y el incentivo de dos artistas: Nora Bruccoleri y Leonel Boin. También tuvo que aprender a trabajar en la construcción. Por eso no comparto la apreciación “albañil, que en sus ratos libres es poeta”, escrita en una entrevista, año 2011, diario Los Andes. Para mí Oscar es poeta a tiempo completo, si bien por momentos deje las letras para trabajar sobre muros o cañerías. Su mirada es la del artista, porque aunque tenga entre sus manos un nivel y un martillo, lo acompaña la música clásica, la poesía de Silvio Rodriguez o de Joaquín Sabina. Siempre escribe, con las palabras, con la cuchara llena de cemento, cuando entiende como una estrella a la hoja que cae sobre el telón de una noche de Luna.
Si bien todavía no ha visto la luz una obra individual, participó en los libros “Compadres”, un homenaje a Armando Tejada Gómez y “500 años”, un libro que cuestiona el descubrimiento de América.
Publicó en una antología de la SADE, año 1992-
  Fue invitado al Encuentro Chileno Argentino, donde recibió una mención por el poema “Y los calcetines rojos”
Participó con obras de su autoría en homenajes a Pablo Neruda.

Sus textos dejan translucir esa pasión con que siente la vida, ya sea en el amor, el dolor, la miseria, la belleza, las contradicciones. Trenza en poemas las palabras que estallan en su interior, por eso leerlo genera un estado de conmoción que no va en desmedro de la reflexión y una clara postura política.

Palabras

Como chirridos o estampidos
primero silenciosas
se van armando de puñales
y combustibles febriles
una escupida que sale de entre los dientes
atizona la hoguera, en lenguas voraces

que van y vienen como rasguidos de caucho

sobre la siniestra noche
en que la sangre se derrama
cuando las palabras se terminan
venciéndose a si mismassalivando los verbos.
















Sin más preámbulos, les abro la puerta para que puedan sumergirse en las letras del poeta. No se pierdan el festín.

Poema 2
Como una gran catarata de sonidos ausentes.
Es lo que deja la presencia,
de quien antes de entrar, se está yendo.
Una vez adentro,
se queda aniquilando su propia presencia.

Pájaros
Me gustan los pájaros que van de ida
abriendo surcos entre las nubes
con sus ávidas alas
entre señales de chimeneas y trenes añejos.
Me gustan los pájaros que huelen a trigos
por las mañanas del sur
y de vuelta la esperanza llena de lluvias
para atenuar las sequías del norte.
Me gustan los pájaros en las ventanas,
en los cercos,
en las cornisas.
Me gustan los pájaros en la cabeza
cuando vuelan
y no dejan nidos.
Me gustan los pájaros alborotados de ramas
con sus picos llenos de pan de la ciudad
cuchicheando entre los cráneos de los mendigos
en plena disputa de las migajas que deja la ciudad.


Poema 3
Nada es todo y todo es nada,
ni para siempre
ni por donde
ni por cuando
menos por cuanto.
Es solo eso la vida
y te levantas
queriendo encontrar el sol en la cara.
Y si no está.
Enfundo las manos en los bolsillos,
empiezo a silbar una canción,
y apareces con tus ojos negros...

Poema 4
Para volar por las estrellas
en mi caballito alado
de conciertos de soles
de relinchos de alegría
debo tan solo llevarte
a mi reposada almohada.

            Poema 7
Solo por hoy
o tal vez mañana y después
serás la que anidara
mis dedos en su lucidez.

                Poema 9
La humedad después de las lluvias
se conjuga en los silencios eternos
donde las arañas escalan el cielo
con sus hondonadas de baches sin luz.
Afuera las gotas que golpean la puerta
como los ciegos que pisotean las veredas
incesantemente buscando  el horizonte sin acuarelas.
                
Gemidos
La sal que era oleaje desbocado
Entraba por la roca vencida
Tus arqueados muslos
eran  vertientes que temblaban
hasta hacer de la roca
infinitas porciones de arena y sal.

                   Cielo
Por el mar cuando te tiendes
en tus ojos cuando miras
en tus manos anchas
cuando de las rosas haces un manojo
y vas coloreando de rojo el centro de la mesa.
Cielo inmenso
cuando callas para mirar y sentir.
Y por sobre todas las cosas
cielo por estar en cada rincón.
            
          Otoño
En que los besos despojados
secos amarillos
son besos por el suelo
tendidos boca arriba
esperando el sol de la primavera
que lave las calles correteando hojas
y besos revueltos desencantados
que corren por las acequias.
Un breve sonido despierta el tiempo
detenido en sus recuerdos.
hasta devolver los besos 
que se deshagan entre los dientes.

                Angustia
Si los huesos tuvieran corazón
no sentirían los vaivenes del zonda
de la humedad en otoño
o el incipiente estornudo en primavera.
Si el corazón tuviera huesos
se armaría hasta la médula
sin descorchar versos ni palabras
resistiría los llantos de sábanas
y manos frias.
Haría memoria de sus enemigos
y seguiría palpitando distraído
entre el otoño y la primavera
sin distinguir hojas de flores.

                  Voltereta
Desde mi cabeza por la raíz de un árbol
con las ramas en mis pies,
de los bolsillos,
un caramelo sin envoltorio
un boleto de micro de antaño
en los sesos la sangre a borbotones
me nubla el presente,
gotea enrojeciendo el piso
y en el piso cadáveres
con sus pies intentando enderezarse
cada uno con su cartel en el pecho
clamando por sus propios nombres
y en ellos los de sus asesinos.
Inseguridad te llaman.
En cada envoltorio  del almacenero.
En la vidriera móvil callejera.
En el bolsillo desprevenido del obrero.

    Lluvias
Me vas arrinconando lluvia
me escondes las calles
me arrimas hasta la cornisa del domingo sin sol
con un telúrico sonido oscuro
de movimientos transversales invisibles en la sangre.
Me vas arrinconando domingo.


                            Rahue (al sur de Chile)

Es la lluvia que trae los golpes
cacheteando el techo de cinc.
Es la lluvia que enciende los verdes
los hongos regados. esquivando senderos
cobijados a los pies de los pinos.
Es la lluvia de domingo por la mañana
que empuña el sol,
derritiendo el barro
de las bastillas alcanzadas por migas de pan.
Es el sonido de las chumaceras
 los remos en los botes
bregando ante la correntada furiosa del rio.
Es un paseo orillando el rio desde las calles de ripio
hasta el primer bosque de pinos.



Niñez
Esa niñez
con puntas de estrellasrecostadas sobre los árboles
de mi casa de madera
y musgos trepados a la verja
ahí... donde quedó encumbrado
un volantín callejero
de papel picado.

Mi niñez, forjada de lluvias
botes, carcajadas y anzuelos,
en el centro de la mesa de pino
manojo de copihües
en la niñez, del pan repartido
de zapatos y dedos afuera
de mi madre y su arteza
es la niñez del sur
a orillas de un rio abajo.










Tus manos
Tus manos 
fuego en el invierno de tardes volviendo casa.
Tus manos abiertas con el pan tostado.
Tus manos 
envueltas en tus abrazos.
Tus dedos lánguidos 
como hiedras por mi pecho
como una catarata cristalina sin pudores.
Tus dedos
dibujando mis labios para llamarme al silencio de la noche.
Tus manos 
solo ellas me conocieron después del corazón.

          Valparaiso
Los demonios con sus injusticias siempre están al acecho.
Esta vez las tormentas dejaron paso al fuego
se sumergen sin trajes
por los rincones de los cerros
con sus casas tupidas abrazaditas.
Esta vez se metió entre las sábanas,
en la cocina destapando ollas
quemando las cacerolas
el pan
las mantas
las tablas de una en dos.
Sirenas entre el fuego y fuego
impotentes
dominadas
vencidas.
Los techos, los faros de los cerros se arrodillaban hasta desaparecer.
El cielo enrojecido,
cegó la noche de espanto.