sábado, 14 de septiembre de 2013

El Chiquito Tramontina en Agosto


Encuentro azul en Agosto…
Nació por primera vez al sur de Mendoza.  Algunos dicen que lo trajeron los reyes magos, con camellos y mirra; estarán los que cuentan de cigüeñas francesas; yo creo que lo dejó un cóndor huarpe sobre una cuna de mantas italianas tejidas al crochet y puntillas españolas de bolillo…
Desde Chiquito lo acompañó su pasión por el arte, aunque quiso torcerle el brazo al destino entre las tenazas y escalímetros que le exigía la escuela técnica. Pero “el amor es más fuerte”, rezaba una canción, y, todavía Chiquito, cargó su equipaje de artista para sumergirse en los mundos del diseño, el teatro, la escritura, la radio, la política. Luego recaló en la docencia…

Nació muchas otras veces, en las aulas de la facultad, en los sueños de revolución, entre las alas de Ave y las demás muchachas, en el frío de la Payunia junto a la sabiduría ancestral, en los arenales de los Altos limpios y más regiones de Lavalle, en el constante intento de escaparle al “Sistema”.

Maestro por equivocación, jubilado de la docencia pero no de los aprendizajes, escribidor de textos y poesías, escapador cuando puedo de las alienaciones del System, prisionero de los afectos, esclavo de la honestidad, temeroso usuario de la palabra, contestatario cuando puedo y a veces quiero, vinófilo de los Rojos de Perdriel especialmente, salvo cuando "el agua brota pura y cristalina de la madre tierra", vividor consuetudinario y con suertes extraordinarias. Creo que todavía estoy vivo. En la primavera del 2.010 me murieron la poesía nuevamente y unos cuantos pedacitos de corazón. Pero he vuelto, "cantando al sol como las cigarras”, a sobrevivirme. ¡Es tan bueno estar vivo!” así se define en el perfil de sus blogs.
Se lo suele ver por las regiones de los hijos de Huar, como un Quijote criollo de Huanacache, con palabras en prosa o verso como lanzas y montado en bicicleta, automóvil, colectivo o moto chopera…
Escritor comprometido con la política y la historia, no prescinde de los sentimientos para producir textos panfletarios. Al contrario, su versión de los sucesos a partir de los años setenta, de los que participó activamente, está imbricada con los afectos, tanto amores y belleza, como sufrimiento, rabia, desamparo. En la mayoría de ellos, las mujeres ocupan un lugar primordial. 
La vida es eterna en cinco minutos, cantaba Víctor Jara cuando nos cantaba a nosotros sin conocernos. Así fueron los cinco minutos con Mariela cuando amanecía 1973. Así fueron los cinco minutos con María de los Mares en 1974, y así de felices pasaron los cinco minutos cuando a María Ave y a mí nos pasó el 1975. Luego llegó ese absurdo julio de 1977 pensando un adónde ir con los dos pasajes en tren, comprados para intentar escaparle a las putas amapolas de plomo.” Cuenta en uno de sus escritos sobre las mujeres que organizan el libro  “Amapolas de plomo. Puñaditos de arena”. “Adónde ir ahora con los dos pasajes en tren, qué sentido tiene encarar para el sur con sólo un pasaje abierto en el corazón, una cuadra para Mariela seguir, una cuadra para María de Los Mares seguir, un pasaje para María Ave seguir…” escribe en las páginas finales de su novela.
Su obra, porfiada y audaz, avanza con decidido despliegue.  Desde 2004, y durante cuatro años, realizó el espectáculo literario y musical “Gracias por los hijos”, junto al músico Jorge Cuello y en homenaje a la lucha de las abuelas de Plaza de mayo para recuperar los hijos apropiados. En 2011 publicó el libro “Amor Urbano Railway Espress, Teatro Absurdo”, texto que refleja la alienación urbana y política de los ’90, la “monetización” de los Bancos Mendoza y Previsión Social y el amor como posibilidad de emanciparse del mundo de las pesadillas. En 2012 presentó, en el marco de la feria del libro, la primera parte de su novela “Amapolas de plomo, Puñaditos de arena”, texto profundo y muy bien documentado, que ficciona momentos difíciles de nuestra historia reciente. El libro está escrito con el corazón latiendo en cada letra, con un toque de comicidad sin golpes bajos. En este momento está en galera la segunda parte de la novela. Además está trabajando en un libro de poemas, Crónicas del bodrio ojeroso y otros cuentos y un relato infantil. También sostiene los blogs: Geografías del Fuego en Huanacache, Antiguos Soles, Supervelocidad y participó del blog Taller literario.
 Forma parte del grupo de artistas que gestaron la “Celebración del año nuevo del Sur” junto a los poetas Juan de la Maza y Rubén Vigo y al músico Leandro Poroyán.

Gigante en su envase pequeño; caminante sobre las latitudes y longitudes de las lagunas, cerros, cañadones y alturas, ya sea de estas tierras del oeste, como de las féminas –y no solo de estas comarcas-; el Osvaldo Chiquito Tramontina es el escritor invitado al Kallfu Trawün de agosto.   




Arquitecturas imposibles

Tu cuerpo amante, largo arco extendido, sinusoidal y llankanelo
amanecerá profundo de caricias  y volcanes.


la regia piel de tu contorno seguirá dilatada
en la exacta dimensión de los asombros.

Sin temblores ni penumbras, en quietudes laxas
mis manos de madera en tu cintura de laguna
serán torpes aprendices de horizonte

el sol que nos tendamos
hará que nos vuelen en mil fuegos lenguas incendiarias
penetrando las gargantas
explorando subterráneas
el ala de los pájaros
embriagando de amaneceres nuestros párpados.

A la hora cinco de la mañana
de aquel día de diciembre
le sucederán longitud y latitudes en  cantidades naturales
y luego otras horas y más horas y distintas
e incomprensibles dimensiones.
Para ese entonces, el fuego de los fuegos
en nuestros cuerpos presurosos, incansables
seguirá construyendo arquitecturas imposibles.
Los dedos continuarán sus laberintos misteriosos
desgarrando ropajes de urbanidades solemnes.

tenues montañas de aire evanescentes latitudes de epitelios.


Pero no tendrá importancia el tiempo y su transcurso
en esa mañana única, un día único de diciembre.


 lo marcarán indelebles nuestros cuerpos
aunque comience a ser pasado el presente de ese día
y la hora cinco de la mañana
haya envejecido
el último día de diciembre.


Informe sensorial de matemática geografía

 Desde los pies de María Inés el camino del deseo 
ha empezado decimal por cada uno de sus dedos. 
Será por ello aritméticamente certero encontrar sus piernas, 
esas finas sinusoides singularmente perfectas. 
Los tobillos que apenas abultan, naturalmente óseos, 
orográficos, son la delicada insinuación  
que con sus mínimas redondeces constituyen piedemonte sensorial 
precedente de los muslos, unos ríos epidérmicos 
que corren impetuosidades de llanuras, las cuales, por cierto, 
se extienden voluptuosas y determinadas hacia el norte ecuatorial.
Por la estepa espaldar se puede llegar a una interesante curvatura geoidal denominada Cadera Típica de Roja Manzana. 
Si este sector yacente girase con autonomía  a ciento ochenta grados, 
sería muy probable que al recorrerlos con los segmentos precisos de los dedos 
se provoquen hipérboles sobresaltadas 
en el leve vello erizado y triangular que le antecede.
Considerado en su total totalidad, 
el cuerpo epitelial de esta mujer es un tanto mediterráneo, 
greco-itálico, muy sensual, y claro está, 
exquisitamente femenino. 
Sin embargo, o quizás por ello, es dable recorrerlo 
como si se fuese nativo de pueblo original, es decir 
geográfica y minuciosamente uspallatero. 
Como tal buscar las voces antiguas de su canto, 
explorar sensorialmente las redondeces volcánicas, 
sobrevolar sus alturas sin cuerdas ni hipotenusas, 
encontrar las articuladas muñecas, 
descubrir el justo ángulo de los codos.  

El breve hombro es toroidal. 
El cuello, suficientemente preciso, 
pero imprescindiblemente necesario de ser besado 
con el suave y arrítmico aleteo de una mariposa en el verano .
Ascendiendo fogosidades indetenibles 
se encuentra la enbalconada y firme mandíbula mediterránea, 
singular, romana o pitagórica, donde se descubrirá 
lo congruente que resulta su boca con la de uno, 
y ya dentro de ella, los arcos, cuerda y flecha 
de nuestros labios horizontales y perpendiculares a su lengua. 
¡Ah, su lengua ! Decididamente geográfica y de fuego, 
ardiente Llankanelo para nada racional ni matemática, 
humedece inquieta, los contextos de las ciencias.
Desde los labios frutales a durazno 
hay que dejarse caer por los aires del asombro, 
descubrir la lluvia aleatoria de cabellos, 
la tierna geometría del oído, sus laberintos presurosos de deseo. 
Detenerse, sólo un instante, frágil de tiempo como todo instante, 
para dejar en él un beso, suave y silencioso,  
y tal vez, un último y leve mordisco lobular. 
Si el explorador queda extasiado davinciano del cuerpo 
ahora semidesnudo pero siempre plenisensual, 
resultará conveniente que luego de teorizar y experimentar 
para construir estos postulados, y sus efímeras hipótesis, 
se deje que el cuerpo mencionado empiece a descansar.  
Alejar de sus oídos y miradas, al menos por algunos momentos, 
los desvaríos verbales e intrascendentes 
con que se pretenda sabiduría epigramática y darle 
tranquilidades racionales a sus párpados y los sueños, 
las manos y el deseo.
Terminando el recorrido precedentemente descripto 
estará permitido con sumo cuidado de no despertar atardeceres, 
encender un cigarrillo, negro, buen tabaco, 
e ilógicamente fumando, dudar de todas las certezas.  
Así predispuesto, mirando hacia el rectángulo regular de la ventana 
deberá decirse que  si se está aquí jugando con las palabras y las matemáticas 
debe ser porque a la vera de Mariángeles Francesco 
ya no tienen sonrisas melancólicas las mañanas.  
Se deberá creer a pie juntillas, es decir, de pie o no, 
pero siempre junto a ella, que habrá un mañana y que al verano 
le seguirá el otoño con toda naturalidad. 

Sucedió en julio.
Sucedió en julio.
Esta semana, para ser más preciso.
Cuanto te vi entre los puestos de flores de La Alameda, me enamoré de vos en un instante. Pero a mi corazón le provoqué un vuelco tan grande, que el músculo, sereno palpitante hasta ese entonces, se me cayó del pecho y huyó despavorido por la calle, preso de gran agitación.
A riesgo de morirme, aunque molesto por tan repentino capricho, salí tras él esquivando rosas, crisantemos y amapolas, claveles, transeúntes y floristas.
Conseguí alcanzarlo, poco antes que intentara ahogarse en una fuente para pájaros.
Allí, imperativo, lo detuve. Lo conminé a que volviera. Le exigí que retornara presto a su lugar de costumbre. Le expliqué que no por conocido, su latido me era prescindible. Y otras razones que me parecieron válidas, todas, totalmente lógicas.
Pero no hubo caso, se negaba a obedecer y yo, cansado de la dialéctica polémica, fui subiendo de tono y creo que hasta llegué a amenazarlo con algo, pues repentinamente salió como disparado hacia el centro, y, claro está, yo tras él.
Demás está decir que iba haciendo el ridículo, pues lo corría con mi mano derecha tratando de ocultar el hueco que había dejado en mi pecho, para que la gente no me preguntara porqué mi corazón me abandonaba, y menos aún de semejante manera.
Llegando a Garibaldi y San Martín, conseguí alcanzarlo, pero me eludió con sorprendente habilidad, se subió a uno de los semáforos cuya luz le guiñaba luces cómplices y desde allí, no casualmente, comenzó a increparme mientras se detenían los vehículos y sonaban atronadoras las bocinas de los conductores apresurados de siempre.
Una pequeña muchedumbre se juntó de inmediato, preguntando los de más atrás a los de más adelante
-¿Qué sucede, qué pasó, usted lo vio, cuándo y cómo empezó todo?. Los policías vigilantes del sentimiento, como siempre interrogaban.
-¿De quién es ese corazón sospechosamente colorado que diatriba?
Algunos estúpidos abstractos se sumaron opinando
-¡Como siempre alguien haciendo nada!
-¡Puras manifestaciones, nadie quiere trabajar, imagínense, hasta los bobos hacen huelga en este mes!
-Ahá- añadió el policía complaciente: éstas, son cosas de temer!
-Ay, Paquita, que nos quedará por ver- agregó una viejita a su vecina, con los bolsos de las compras en la mano, al tiempo que resonaba claramente un
-¡Mujeriego empedernidoo!- gritado por mi envalentonado corazón que me señalaba más rojo de bronca que por la costumbre.
-Me das malos tratos. Tomás vino. Escribís poesías... ¡amás en demasía y sin descanso!. Pretendés meter en mí todas las nostalgias de Anabel y de Mariela, de Gilda como de Silvia…y no sigo enumerando porque esta lista se sigue agrandando, y ahora encima hasta soñando con una inexistente Nahira. Euuu, che, nop, ya es demasiado, ya no estoy para estos trotes... ¡Qué se yo cuántas cosas más me dijo… si hasta terminó por acusarme de contubernio con la prosa y poligamia con las rosas!
Y la gente anónima creciendo en número, y yo mirando para otro lado, y ya llegaron de los diarios, el multimedio de las radios y hasta los bomberos voluntarios...
Debí haber imaginado que no resultaría común que un corazón se encaramase a un semáforo a despotricar contra su dueño, así es que cuando más de una vecina solterona y envidiosa de amapolas comenzó a solidarizar con él, mi corazón, a voz en cuore, me lanzó desde la esquina, entusiasmado por tan inesperado como efectivo apoyo, su tremendo ultimátum.
-¡O yoo...! - me gritó con su voz temblorosa de actor aficionado- o vos y tus mujeres, el vino, las rosas y la prosa.
Es cierto. Interiormente me identifiqué con lo franca y decidida de su actitud subversiva. Pero no obstante, con la cabeza en alto y una sonrisa a flor de labios que en ese momento de euforia sé que él no entendería, me alejé sin contestarle camino de retorno a la Alameda, soñando nuevamente en rosas, crisantemos, amapolas y claveles, y esquivando transeúntes cada vez más apresurados.
A unas cuadras de distancia, poco antes de volver a encontrarte, me di vuelta y lo miré. Ya estaba sentado en el tierno regazo de una joven periodista, repitiendo su historia, mucho mas calmado, nuevamente enternecido, de nuevo rojo y palpitante, y tontamente enamorado otra vez, como yo me imaginaba.

Si te cuento todo esto, Muchacha de Julio, es porque desde ahora deberemos apretarnos juntos, muy juntos, para que pueda compartir tu corazón. El mío quizás retorne, nostalgioso, por la primavera. Mientras tanto, por favor apretame fuerte. Muy fuerte.
Mendoza es fría en julio, y yo estoy sin corazón.







Alas grandes

- Hunuc es el nombre de mi nombre –
dijo el antiguo dios que de la nada
había empezado creándose a sí mismo
en un gran todo con el aire
y con la tierra toda que inventaba.

Así que hubo tenido un cielo enorme para el aire
y una tierra toda entera con sus fuegos, pensó
que debía haber un algo más y entonces
extendiéndose en Alas, y con ellas abarcando
todo el ancho espacio del Cuyum, dicen que dijo,
aquella vez que por primera vez iba pasando.
- Ah, país recién creado...
que a partir de las arenas plenas y amarillas
se inicie el todo en un vital movimiento.
Que estén verdes de muy verdes el jume y el chañar
el junquillo, la totora y la jarilla
y existan de sustentos la quinoa
el maíz y la algarroba...
Esto es lo que por ahora pienso.

Que esto sea, lo primero que me invento.

- Así diciendo lo que decía
fue que el Dios iba creando lo que creaba.
Con gajos de aire y un poco de agua
hizo, con las humedades Náyades
y con ellas en las alas se fue volando
sobre cada una de las tierras y los valles.
Levitando hacia las cumbres se hizo grande
cada vez más grande entre los cielos
sobrevolando cada vez más altas las alturas
con sus muy altos pensamientos.

Así, soñando que volaba,
y en sus sueños soñando que creaba
iba el dios más grande de los huarpes
investido Cóndor majestuoso de Los Andes.




1 comentario:

  1. Hola Chiqui , no sé si este mensaje llegará a ti , soy Carlitos , hace muchos años que no tengo noticias tuyas ni manera de comunicarme , si te parece ahí tenés mí correo , un abrazo.

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